Rurales

DGSA y la hora del balance (III): Un país decidido a mirar el mundo

Pese a las dificultades propias y ajenas, se consolida un camino hacia la inserción internacional de la producción uruguaya, en un trabajo de todos los sectores con objetivos y metas claras

El mundo del comercio de alimentos identifica a Uruguay como un país pequeño del Cono Sur americano, pero prestigioso en la producción de proteína animal y vegetal. El camino tiene escollos propios y ajenos que hay que sortear apostando a la diferenciación.

Durante este período de gestión, tres rubros netamente exportadores marcaron un camino de escollos propios y ajenos a sortear: los cítricos, donde 50% de la producción se vende al exterior; el arroz (95% se exporta); y la soja (95%).

Desde el punto de vista de la inserción Internacional, la citricultura sufrió en 2015 un duro revés al cerrarle sus puertas al culminar el año la Unión Europea (UE), el principal mercado, debido a un  alto número de intercepciones detectadas en ese destino por plagas cuarentenarias. Una auditoría, en otoño de 2016, definiría su futuro y volvería a abrirse.

Por otro lado la soja, el principal cultivo agrícola del país, se veía envuelto en una confusión con las nuevas exigencias colocadas por China, su principal destino, luego de unos años de cometer algunos errores en la calidad de los envíos de la oleaginosa.

El arroz uruguayo, definido por un productor referente del sector como “de boutique” por su alta calidad, se vio en 2019 atrapado en cierres temporarios del mercado de México, uno de sus principales compradores. Ello ocurrió por la aparición en los contenedores de una plaga cuarentenaria (gorgogo kapra), ausente en el país y en América, pero que suele viajar alrededor del mundo en ellos y provoca la denominada contaminación marítima.

Estos tres sucesos marcaron caminos muy claros y comunes: la necesidad de poner el énfasis en la trazabilidad, en la sistemas de Certificación, en la capacitación de equipos de trabajo, tanto públicos como privados, sobresalir en aspectos de calidad, atributos de  inocuidad y la necesidad de la diversificación de mercados.

La hoja de ruta

Los cítricos, luego de un proceso intenso de trabajo en la última década, lograron la apertura del mercado de Estados Unidos y hoy se encuentran en la última etapa para la apertura de la ruta de Asia (China, Filipinas, Vietnam e India).

La diversificación fue una meta que se marcó desde el Plan Estratégico de la citricultura elaborado en 2010, al definir a los mercados como motor del desarrollo productivo, económico y social. En conjunto con la ganadería, son dos rubros que tienen un alto nivel de trazabilidad, del churrasco a la vaca y de la naranja al árbol que la produjo.

El arroz, otro rubro llamado a desafíos, debe sostener los que ya tiene y, en esa visión de diversificación de mercados, prepararse para ingresas en algún momento a China. El gigante asiático demandará el arroz boutique que hoy producimos (de grano largo) para la población occidentalizada, pero también deberá producir otro tipo de arroz que comen los propios chinos.

Para alcanzar esa meta hay que preguntarse qué tipo de arroz requiere el mercado chino (cada vez con menos agua y  tierra para destinarle a la producción), para luego impulsar líneas de investigación y a través de ella nuevas genéticas. Un gran desafío para Uruguay.

El caso de la soja, que involucra lo productivo, lo ambiental y los mercados, trajo aparejado una profunda revisión del sistema productivo y desencadenó la creación de un sistema de vigilancia vigilancia  a nivel de campo, detectando la presencia de hongos y tipos de malezas; seguido por un sistema de certificación desde el campo, acopios y bodegas de barcos, que analiza parámetros de calidad e inocuidad.

Se consolida la trazabilidad del silo a las bodegas del barco, un ejemplo de articulación entre el sector público y el sector privado. Y la fortaleza de ser un país chico que en ámbitos reducidos y representativos somos capaces de comprender, entender y actuar en consecuencia. Todos esos logros insumieron muchas discusiones, todas necesarias para construir una visión común y marcar hacia dónde vamos.

Diferenciar productos y diversificar mercados

A juicio del director de los Servicios Agrícolas (DGSA) del MGAP, Federico Montes, la perspectiva para la inserción internacional en los próximos “tres o cuatro años” es apostar a “la diversificación de mercados. Trabajarlos, acompañarlos, realizar misiones técnicas y oficiales. No dejar solos a los sectores”.

Por otra parte, así como los países compradores de alimentos fijan sus prioridades, Uruguay “debería planificar la producción de alimentos a mediano plazo”, una meta vinculada por ejemplo “a la rotación de cultivos y el cuidado de los suelos”.

El director de la DGSA remarcó que “se debe consolidar un sólido proceso en el área de trazabilidad, en el uso racional de agroquímicos y otros productos alternativos, en el caso de controladores biológicos y las feromonas”.

Por último, Montes dijo que el tema ambiental “también vino para quedarse” y Uruguay “tiene enorme oportunidad de destacarse, de diferenciarse a partir de su institucionalidad, su capacidad de investigación y las plataformas gremiales, como forma de revertir opiniones adversas a la producción.

Montes mencionó que “la trazabilidad, la certificación, la inocuidad y el sello ambiental serán un distintivo de la forma que tendremos que producir commodities  diferenciados. Ese es el camino de Uruguay y el sector agrícola hará punta”.